dijous, 29 de gener del 2009

29.01.09 - NEWS from BELEM: Tribunal de Mujeres contra la explotación capitalista y patriarcal

Por Lidia Vilalta
29 de enero de 2009


Pescadoras de distintas zonas costeras, campesinas de diversas regiones de Brasil, parteras tradicionales del interior de la Amazonia, rompedoras de coco o campesinas extractivas y numerosas mujeres de distintos colectivos, se reunieron en una de las aulas de la UFPA (Universidad Federal de Parâ) profesional, para denunciar las discriminaciones que sufren en cada uno de sus sectores laborales y exigir Políticas Públicas que erradiquen la división sexual del trabajo, que sigue apropiándose del trabajo no remunerado de las mujeres para reducir los gastos sociales del Estado.


La sala pronto se quedó pronto abarrotada de mujeres de todos los rincones de Brasil e incluso de otras procedencias de Latinoamêrica. Hubo que renunciar al imprescindible aire acondicionado para abrir la puerta del aula y todas las ventanas y así poder circular el aire. Las asistentes estaban sentadas incluso en el suelo por falta de espacio.


La sesión de este día 29 fue una de las 5 actividades organizadas por la Articulaçao de Mulheres Brasileiras (AMB) y SOS Corpo, que agrupa a 27 organizaciones de todo Brasil que, a su vez, forman parte de la Articulación Feminista Marcosur y el Comité de Mujeres de la Alianza Social Continental. Las presentes, casi un centenar, asistían a la mesa Tribunal de Mujeres contra la explotación capitalista y patriarcal, cuyas integrantes fueron planteando sus diferentes situaciones personales y locales mediante la metodología de compartir sus experiencias de trabajo para ver qué formas toma la explotación laboral en cada espacio territorial y plantear después alternativas y acciones conjuntas.

Abrió la ronda de palabras Martilene del grupo Articulaçao Nacional de Pescadoras. Ella, pescadora y comercializadora hizo hincapié en la precariedad sanitaria que tienen las mujeres del sector: Tenemos problemas de columna y de agarrotamiento de las manos; queremos un tratamiento especial en los hospitales; En Bahía ya lo están consiguiendo, informo, así que seguiremos insistiendo.

Dio cuenta también de la reducción del trabajo en los manglares por la introducción de la piscicultura para camarones y recordó que siguen exigiendo un seguro especial que les genere ingresos cuando no se puede pescar o no hay langostas y otro tipo de mariscos.

Martilene subrayó que las pescadoras siguen realizando una triple jornada de trabajo porque, además de la pesca, se encargan del cuidado de los hijos y de sus propias comunidades, a las que garantizan la seguridad alimentaria. Abogó por un turismo sostenible y finalizó subrayando que ella misma sufre una triple discriminación por ser pobre, negra y pescadora.

Adriana, campesina originaria de Río Grande do Sul y perteneciente al Movimento de Mulheres Camponesas recordó que las mujeres tuvieron un papel fundamental en el descubrimiento de la agricultura a través de su propio cuerpo y por la utilización de las semillas. Ella entró de inmediato a desvelar que la familia fue la introductora de la división sexual del trabajo: quién dijo que hay trabajo de mujeres y de hombres? Es precisamente con el ritual del casamiento, explicaba, que se inicia el proceso de construcción social del rol productivo y reproductivo entre hombres y mujeres. Las campesinas producimos los alimentos que sustentan la vida y no se nos tiene en cuenta; tampoco está contabilizado el trabajo en las casas. Debemos exigir el reconocimiento de nuestro trabajo de cuidados y, sobretodo, dividir esas funciones entre hombres y mujeres.

También dio cuenta de la terrible lacra de la violencia: cada 15 segundos una mujer es golpeada en Brasil, el 80% de las veces en sus propias casas. Y dio un repaso a otros graves problemas del país como la disputa por la tierra, que es el espacio de especulación de las empresas transnacionales (ETN) con la subsiguiente destrucción del territorio y la expulsión de comunidades campesinas enteras.

Eso ocurre desde hace 10 anos, subrayó, por la entrada masiva, y con enorme fuerza, de los monocultivos, que están concentrando la producción.

Denuncio además que en la producción de la cana de azúcar y la celulosa hay mucho trabajo esclavo y ningún derecho. A su vez, las mujeres están cada vez más empobrecidas: del 30% de pobres del Brasil, el 70% son mujeres, afirmó, para concluir que, si además de pobre, la mujer es indígena y negra su situación se complica todavía mas.


Dada, del Movimento Interestadual de quebradeiras de coco o campesinas extractivas -que producen jabón, aceite y productos artesanos del coco-, señaló que ellas también tienen una triple jornada y que la mayor violencia es la negación de los derechos; las personas están produciendo el biocombustible pero tienen mas valor los coches; el etanol es una violación de derechos porque para plantar la cana de azúcar hay que destruir muchos palmerales….

Papoula del Movimento Articulado de mulheres da Amazonia (MAMA) explicô que el trabajo de las parteras tradicionales está muy desvalorizado y no tienen salario por una dedicación, que es una auténtica necesidad, pues el pasaje al hospital de Manaos desde algunos puntos de la selva amazónica cuesta carisimo y las embarazadas no se lo pueden pagar. Dejó, por tanto, constancia de los problemas de salud que enfrentan las mujeres, denunció los casos de pedofilia que sufren los niños y las niñas y presentó la campana SOS Encontro das Aguas para preservar un territorio cercano a Manaos donde piensan comenzar una exploración petrolera que puede destruir el luegar.


Guacira de Oliveira militante de muchos grupos dentro de la Articulaçao de Mulheres Brasileiras, y participante en el Foro Itinerante de Mujeres por los derechos a la Seguridad Social cuantificó esa desvalorización e invisibilizaciôn del trabajo femenino: sólo el 27% están en el mercado formal, lo que significa que 2/3 no tienen seguro social ni aportes para la vejez.

El trabajo de las mujeres no es reconocido porque el trabajo sólo ennoblece al hombre. El trabajo doméstico es una esclavitud o es visto como una vocación, no concede derechos y, en cambio, es absolutamente fundamental para el capitalismo, afirmó. En la actualidad, cada vez existen menos garantías sociales y menos apoyo y seguridad. Ademas, aquí el bienestar nunca llegó y ya va de salida, resaltó, por la aplicaciôn de políticas econômicas neoliberales.

Las Políticas Públicas deberían corregir esa división sexual del trabajo, proseguía De Oliveira porque se apropian del trabajo no remunerado de las mujeres para reducir los gastos del Estado.

Según ella y para finalizar sugiriô que deberían tributar las grandes fortunas del país así habría dinero para las mujeres, porque los agronegocios no pagan impuestos y sí lo hacen las campesinas y las quebradoras de coco.

Los parlamentos de mujeres de los diferentes grupos debían seguir hasta la tarde.

Había otros debates de estos colectivos de mujeres el resto del día y quedan para las siguientes jornadas los temas como el tribunal de las aguas para frenar la muerte de los ríos; el papel de las mujeres en las reformas políticas y el diálogo intermovimientos, entre otros.