Por Lidia Vilalta
30 de enero de 2009
Exclusión, discriminación, objeto, desvalorización, violencia, mercancía, desigualdad, opresión, lucro, estereotipo… fueron algunos de los términos utilizados por las participantes de la Roda de conversa (mesa de diálogo) organizado el día 30 por el Observatôrio da Mulher para definir, con una sola palabra, la imagen que los medios de comunicaciôn otorgan a la mujer. Ese requerimiento iba precedido de una rápida presentación, con el nombre y origen de las asistentes a la actividad que, precisamente, tenía como objetivo generar alianzas y consensos para exigir en Brasil un Control Social de la imagen de la mujer en los medios de Comunicaciôn (Mulher, Mîdia e control social).
En esta ocasiôn hubo que tomar de nuevo el suelo de una de las salas de la Universidad Federal do Parâ (UFPA), porque el espacio fue insuficiente para la cantidad de personas -algunos hombres y numerosîsimas mujeres de distintas regiones del país y alguna extranjera- que estaban presentes en esa interesante mesa de discusión.
Vera Gaspareto (Colectivo Comunicaçao CUT) abrió la ronda con un análisis de contexto. Ante el monopolio de los medios de comunicaciôn, queremos políticas públicas para poder ejercer un control social de los medios. El escenario actual proseguía, refleja un mundo en crisis con su propio paradigma. No avanzamos con el capitalismo y su cultura racista y patriarcal.
A los grupos de los medios dominantes nacionales e internacionales sólo les interesa el poder, continuó. El patrón cultural es etnocêntrico y racista: lo hemos visto estos días con la publicidad de la visita de Brad Pitt y Angelina Jolie que, finalmente no han venido al FSM como habían anunciado los medios.
El sistema capitalista ejerce una exclusión social e intelectual en la que sólo figuran los que mandan y los que obedecen y donde a la mujer se le adjudica una imagen deplorable en publicidad, películas y telenovelas. Este es el patriarcado que mantiene el status quo y sus valores culturales, que sitúan a la mujer en una posición subalterna. Y me alegro de ver que hay hombres aquí, subrayó Gaspareto, porque este debate implica a toda la sociedad.
El poder permea todo el debate y nuestra lucha por el control social de los medios, prosiguió, tiene 3 puntos importantes: la formulación, la implementación y el monitoreo desde una posición de sujetos políticos. La ciudadanîa, continuó, y con ello quiero decir todos los movimientos de mujeres, jóvenes, negros, antihomofobia…. deben ejercer un control permanente; debemos promover la diversidad y pluralidad, no el pensamiento único. Queremos contenidos y valores que sean diferentes. Porque, subrayô, las políticas públicas son aún espacios masculinos, pese a que tenemos gobernadoras, como en Parâ.
Gaspareto acabó reclamando políticas públicas para tener un control social de los medios: queremos tener espacios para ser igual a ellos porque queremos una ética y una estética propia y participar de la ciudadanîa con versión crítica. Para ello, apeló a toda la clase trabajadora, mujeres, hombres, estudiantes… resaltó la necesidad de la educación para la comunicaciôn, de lo contrario las personas acaban siendo mercancía, expresô.
El siguiente paso, a su entender, es la participación en los Consejos Municipales de Comunicaciôn para poder convocar una Conferencia superior y un proceso de discusión general para decidir y actuar.
No podemos volver a usar, concluyó, esas mismas palabras que habéis citado al principio en vuestra presentación.
Isabella, del Instituto Alana (www.alana.org.br) relató los estudios y experiencias que ella y su grupo realizan para reducir el efecto del consumismo y la publicidad nociva en la infancia y la transmisión de los valores que anestesian a las niñas y promueven el machismo en todos. Para ello, trabaja con ayuda de juristas las denuncias de mensajes abusivos en la publicidad de niñas y en productos de alimentaciôn que alientan las enfermedades de la bulimia y la anorexia al promover patrones de belleza imposibles. Este año quizás se aprueba una ley en este sentido, informó y, por otro lado, explicó que se ha conseguido que, la multinacional Nestlê ya no haga anuncios para menores de 6 anos en Brasil.
Rachel Moreno (www.observatoriodamulher.org.br) denunció el merchandising social sobre la violencia en los medios y resaltó que, en cambio, las demandas sociales o políticas de las mujeres no aparecen en los diarios. Ellas sólo aparecen como vîctimas, o para ser receptoras de modelos de felicidad que solapan la competitividad por la vía del consumismo y, además, diferencian y dividen a las personas por edad, sexo con el propósito de controlar sus mentes.
Moreno, que también forma parte de la Campanha pela Ética na TV e Articulaçao Mulher e Midia reiteró la demanda de control de la televisión pública, como se hace con la escuela pública. Todas las concesiones públicas deben controlarse afirmó y en una próxima Conferencia Nacional de Comunicaciôn, debemos exigir un mecanismo de control social para los medios de comunicaciôn, por la vía de la Conserjería de la Mujer.
Hubo un amplio debate entre todas las participantes, que ya compartieron sus contactos personales para seguir trabajando en red y reflexionando sobre la información y las acciones posteriores. Uno de los hombres participantes facilitó datos sobre un estudio sobre medios en Sao Paulo, que se hará circular; otro de Río de Janeiro alentó a estar atentos en la propia familia para desvelar la frontera invisible entre lo que se ve directamente, en los mensajes de los medios y la publicidad, y lo que está solapado indirectamente y de manera subliminal; un profesor de geografía se mostró encantado de haber estado presente en el debate para poder seguir en contacto y multiplicar el esfuerzo porque, indicó, le faltan textos de apoyo para poder tener una visión y un pensamiento mas crítico en su función pedagógica.
El Observatôrio da Mulher, que este sábado tenía la mesa de diálogo Mujer Cuestiones ambientales y Consumo Consciente, la fundaron en octubre de 2005 en grupo de feministas independientes para, entre otros objetivos, rescatar la visibilidad de las luchas de las mujeres brasileiras, promover sus derechos, democratizar la comunicaciôn vehiculando informaciones bajo el punto de vista de las mujeres y, sobretodo, evaluar las políticas públicas con una visión de género.
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